La Navidad de antaño

Está nevando y cayendo chuzos de punta en todos los sentidos, también en lo social debido a la crisis y la falta de trabajo, el paro aumentando, los impuestos subiendo, la burbuja inmobiliaria desinflándose, los innumerables bloques de pisos a la espera otros dueños que no sean entidades bancarias, escucho la radio y otros medios de comunicación que no paran de saturarnos con noticias hablando de la crisis, todo ello nos trae un clima algo hostil para las fechas que llegan.
Estoy en Villatobas, cerca del sitio donde un día estuvo la casa en la que nací, observando los adornos recién puestos que deslumbran las calles de mi pueblo preparado para las navidades, formando todo una bella y fría estampa.

Se me viene a la cabeza otra gente que lo pasó mal en navidad, aunque en muchas ocasiones no fueran conscientes de ello, o mejor dicho, no habrían querido ser conscientes ni sentirse desdichados en ese momento porque había que tirar hacia delante y no había tregua para los remilgos, parece que la mayoría de la gente se ha olvidado de esos años en los que la palabra crisis no existía, no se hablaba de ella, pero estaba ahí, se vivía un día tras otro, se respiraba en el aire, todo el mundo la sentía y eran muy pocos los que lo decían.

Y así, en medio de esa crisis de antaño llegaban los días más cortos del año en los que la calle se llenaba de nieve que había que retirar con palas para poder salir de la casa, no había máquinas quitanieves ni nadie que se le ocurriese quejarse por ello, esos días que no se podía ir al campo a trabajar, y si no se iba al campo...no se cobraba, días en los que la única salida para muchos era ir a por un haz de leña con extremo cuidado de no ser descubierto y venderle para subsistir, y no siempre se vendía, y a duras penas se subsistía, esa fue nuestra gente y así vivió, lo que nos queda es solo un recuerdo que miramos con la distancia que dan los años, pero que vuelve a nuestra cabeza cuando vemos en la televisión como la gente se manifiesta delante de su fábrica y hace cola en las puertas del INEM, en definitiva... aguanta "carros y carretas".

Y así llegaban esos días, y las casas empezaban a echar humo por la chimenea, con la leña siempre medida, mejor dicho, con todo medido, cualquier cosa era valiosa, paneada y gastada con la moderación que da la necesidad.

Los hombres que habían ido al campo volvían y se lavaban en una palangana con un poco de agua que se había calentado en la lumbre, posteriormente en la " económica", cenaban lo poco que había y algunos (los más "familieros") se ponían a cantar "zambomberas".

Para hacer las zambombas se cogía una pellica de conejo y se echaba en agua-cal para que se pusiera tiesa, se cogía un bote aparente para ello y con un junco que se iba mojando se conseguía sacar esa música tan característica de esos días, otros instrumentos eran el almirez o la botella frotada de anís.

Si había algo especial en esos días de navidad en la cocina no pasaba del pollo de corral (si tenías dos pollos uno se vendía y otro se guisaba), ese guiso con pollo o gallina en pepitoria al enfriar formaba una gelatina espesa que muchos chefs modernos quisieran para sí, si en la casa habían hecho matanza se frían unos "somarros", las casas más pudientes (las menos) cocinaban besugo, lombarda, ensalada de escarola, cordero...etc, y se hacían unas puches blancas de postre o arroz con leche. Para el alterne después de la cena se sacaba el "cascaje" (frutos secos variados), días antes de nochebuena venían varias mujeres de Bargas (Toledo) con sus largas faldas y con sus maridos con el saco al hombro lleno de lo que se denomina en Villatobas el "cascaje", vendiéndolo por medidas pequeñas al estilo de los celemines, también se echaban castañas a asar a la lumbre y eso era todo lo que hacía falta para las noches más celebradas del año.

Muchos después de la cena de navidad recibían a familiares y amigos, como no había televisiones ni radios se contaban historias que los niños escuchaban con la boca abierta y con un respeto que hoy es difícil imaginar, había también quien cogía la zambomba, se ponía un vaso de agua al lado para mojar el junco, y cantaba lo que sabía, incluso se atrevían los invitados a bailar al son de la zambomba, el almirez y la botella de anís frotada. El suelo solía ser de barro o de yeso, lo cual, entre el humo de la chimenea y el polvo que se levantaba del suelo al bailar provocaba una polvareda-humareda dentro de las casas que obligaba a los danzantes a sentarse hasta que se asentase el polvo, lógicamente no en todas las casas se juntaban los amigos y vecinos, pero los que lo hacían lo recuerdan como lo más entrañable de esos días.

La misa del gallo era muy especial e importante, sobra decir que en esos años era de visita casi obligada, después de ella salían los niños y mayores por las calles a cantar villancicos, parándose en las casas de familiares y amigos, cantaban con el son de "ande, ande, ande, la marimorena" estrofas sencillas como esta:

A tu puerta hemos llegado cuatrocientos en cuadrilla,
si quieres que nos sentemos saca cuatrocientas sillas.

La zambomba de Boliche la tocaban entre cuatro,
Polichina, Polinaria y los hijos de Donato"

Las doce campanadas de fin de año reunía a la gente del pueblo en la plaza, era algo típico que con la llegada de las televisiones poco a poco se fue perdiendo, resurjiendo algo en los últimos años.

Y los reyes, raro era el que niño que recibía un juguete, como mucho a los siete u ocho años a los niños les traían un azadón pequeño y a las niñas un costurero, si un niño era afortunado se podía encontrar en el zapato un pollito de mazapán o dos o tres pesetas, quizás un duro, el cual no se podía gastar, pues había que devolverlo a los padres, solo se ponía para que le hiciese ilusión al niño, curiosidades de la vida.

Aún así, cuando preguntas a la gente mayor sobre esos años no recuerdan la crisis como tal, recuerdan los momentos buenos (que los malos ya vienen a la memoria solos y sin quererlo) y pese a todo lo que pasaron lo recuerdan con añoranza, e incluso alguno comenta que ahora hay una crisis mayor (será que se fían de lo que les cuentan las noticias), ¿se puede decir que estamos en crisis?, si, es verdad, crisis para los que han perdido su empleo, para los demás y tras recordar a nuestros antepasados...puede ser que hablemos de la crisis de la opulencia.

Feliz navidad y que el nuevo año nos traiga lo mejor para tod@s

4 comentarios:

  1. Muy buenas Guijarrito, has conseguido que me acerque al radiador y por un minuto sea consciente de lo mucho que tenemos, hoy tengo para comer garbanzos...¡ya ves tú! pues te puedo decir que me han entrado hasta ganas de comer.

    En estos dias en los que el que más y el que menos está harto de tó, en los que ningun espectaculo por vistoso que sea consigue sorprendernos, recordar, gracias a tí, como eran las cosas antes, reconforta. Desgraciadamente para algunos siguen así, luchemos porque cambien.

    Feliz Navidad para tí también, y para todos los visitantes de tu sitio.

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  2. Me llena de alegría y nostalgia tu comentario sobre la Navidad en Villatobas, Guijarrito.
    La misa del Gallo era muy especial para un niño de entre 7 y 8 años, que eran los míos, allá por los años 1953- 54.Era una de las grandes noches en que los niños de esa edad podíamos "trasnochar".Eso sí, con un frío que fortalecía los sabañones que algunos ya teníamos por estas fechas navideñas. ¿ Qué es eso de los sabañones? Pregunta obligada de los niños actuales.Picaban,escocían, volvían a picar, y si encima arreabas a la zambomba con la mano mojada tenías un ciclo completo de picores con los malvados sabañones.
    Así llegábamos a la iglesia con nuestros padres.Se cantaban los villancicos acompañados del instrumental de la épcoca: zambomba, almirez, pandereta, botella de anís (pero vacía)... Lo recuerdo muy bien porque era monaguillo con don Román y participaba en los cánticos que se realizaban frente al belén que habíamos instalado en la parte izquierda de la iglesia, al lado del altar, conforme entramos. La misa era muy alegre, pero eso sí, hacía un frío que nos hacía cantar a pleno pulmón. Y de vez en cuando a arrascar los sabañones, sobre todo los de las orejas.
    Nosotros los monaguillos eramos unos priviligiados;llegábamos pronto y nos subíamos por una escalera de caracol a la parte de arriba de la sacristía, donde había una habitación (imagino que ahí estará), con una buena estufa de paja, y al menos nos confortábamos un momento antes del inicio de la ceremonia. Recuerdo la iglesia repleta de fieles bien "arropados". Los monaguillos nos peleábamos por el incensario porque la mayor parte del tiempo estábamos en la sacritían, nos subíamos a la estufa y , a veces, nos olvidábamos de bajar.
    Y con la misma alegría y el mismo frío volvíamos para casa, eso sí acompañados de nuestros "buenos amigos los sabañones" que siempre permanecían con nosotros hasta la llegada de la primavera.
    ¡Feliz Navidad! ¡Felices fiestas! Y el más grato de mis recuerdos para los habitantes de ese pueblo tan querido para mí.

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  3. gracias guijarrito y anónimo por vuestros relatos sobre las fiestas.

    No se si seguirá haciendose así, pero yo recuerdo la misa de gallo como algo muy emocionante. La Iglesia estaba a oscuras y todos con nuestra velita. Las luces se encendían cuando nacía Jesús. No se si es porque yo era pequeña, pero recuerdo una especial emoción con eso. Lo recuerdo como algo muy bonito, que no he vuelto a ver en otras misas de gallo en diferentes sitios.

    Que paseis unas muy felices fiestas. Especialmente tú bloguero solitario. Un abrazo

    Enunlugar

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  4. Gracias a todos por vuestros comentarios, lo que nos comenta nuestro amigo anónimo de los sabañones no tiene precio,jejeje, nos hace valorar lo mucho que tenemos ahora sin darnos cuenta, como los simples garbanzos que comenta mi amigo Perolo, gracias enunlugar por tu felicitación y que paseis tod@s estas fiestas rodeados de vuestros seres más queridos.

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