Plaza de Moros

Amigos del blog, no podía faltar en este sitio un apartado dedicado a la arqueologia en nuestro pueblo, Villatobas era un buen sitio para nuestros ancestros debido a nuestras vegas, el caudal de sus riachuelos, sitios elevados defensivos y un sinfín de motivos. Poco a poco iré incorporando entradas dedicadas a los hallazgos en nuestro pueblo, para empezar aquí tenéis un artículo que me ha enviado Dionisio Urbina, que es el coautor del artículo y el arqueólogo de Plaza de Moros, el asentamiento más importante encontrado hasta la fecha en Villatobas, que lo disfruteis.

PLAZA DE MOROS (VILLATOBAS, TOLEDO) Y LOS RECINTOS AMURALLADOS DE LA IIa EDAD DEL HIERRO EN EL VALLE MEDIO DEL TAJO.DIONISIO URBINA, ÓSCAR GARCÍA VUELTA y CATALINA URQUIJO.

RESUMEN
Las excavaciones realizadas durante los últimos años en el recinto amurallado de Plaza de Moros están aportando interesantes datos sobre los sistemas de poblamiento de la Segunda Edad del Hierro en el Valle Medio del Tajo.Comienzan ahora a ser conocidos aspectos de los hábitats carpetanos del Centro de la Península, así como los sistemas de defensa de sus poblados, su peculiar urbanismo y tecnología.Palabras clave: Edad del Hierro. Recintos amurallados.Carpetanos. Valle Medio del Tajo. Sistemas de poblamiento.

PLAZA DE MOROS Y SU CONTEXTO REGIONAL

Las investigaciones arqueológicas en el yacimiento se iniciaron con el descubrimiento del lugar en 1994. Plaza de Moros fue incluido junto a más de una treintena de enclaves en el estudio global sobre el poblamiento de la Segunda Edad del Hierro en la Mesa de Ocaña que iniciamos hace unos años (Urbina 1997, 1998, 2000). La Mesa de Ocaña se encuentra en la parte nororiental de la provincia de Toledo. Ocupa una extensión de 1.500 Km2, en su mayor parte formada por una superficie de páramo que limita al norte con la depresión terciaria de la Fosa del Tajo, y al Sur se separa de las llanuras manchegas por medio de un pequeño riachuelo llamado Arroyo Cedrón. Está documentada históricamente la ocupación de las llanuras de laMesa por un extenso bosque de encinas y quejigos, del que aún quedan grandes manchas en la parte Sur.En los trabajos de prospección en esta región se puso de manifiesto la existencia de una tipología dual de enclaves: unos amurallados (dispuestos sobre muelas o escarpes), y otros en llanura, sin estructuras defensivas apreciables. Sin embargo, la relación cronológica precisa entre ambos tipos no se pudo establecer con precisión sobre la base de un registro formado casi exclusivamente por material de superficie. Esta problemática, vigente desde entonces, aporta un contexto comarcal en el que se inscriben las excavaciones en Plaza de Moros; en aquel momento trabajamos sobre la hipótesis de dos sistemas de poblamiento sucesivos en el tiempo,correspondiendo el momento más temprano a los asentamientos en llanura, de los que contábamos ya con algunas necrópolis excavadas con altas cronologías desde el inicio de la Edad del Hierro. (Almagro 1969;Garcia Carrillo y Encinas 1990;Pereira et al. 2001)
Aunque el panorama arqueológico no ha variado mucho desde entonces, nuevos trabajos de prospección y sobre todo diversas excavaciones, han permitido afianzar la idea de una mayor antigüedad relativa de los asentamientos en llano, así como observar la paulatina emergencia de una realidad más compleja, representada por pequeños asentamientos sin amurallar, asociables tanto a los poblados amurallados como a los del llano.De un lado, las excavaciones de lugares como el Hoyo de la Serna en Villarrubia de Santiago (Toledo), han permito asociar el contexto que definían las necrópolis de alta cronología: Esperillas, Madrigueras, Palomar de Pintado, con hábitats en llanuraPor otro, las investigaciones más recientes, como las realizadas para laelaboración de las Cartas Arqueológicas de los municipios de Villatobas y Santa Cruz de la Zarza (Los informes correspondientes se encuentran en la Consejería de Cultura de la Junta de Castilla-La Mancha), han permitido el descubrimiento de pequeños asentamientos de llanura en las inmediaciones de Plaza de Moros y otros recintos amurallados, comoPeña de la Muela, en Santa Cruz de la Zarza. Concretamentelos asentamientos de La Vega, El Gredero y Arroyo del Taray, se sitúan apenas a un par de kms. de Plaza de Moros, mientras que Las Castellanas y Cerro Moro, lo hacen a 1 y 2 kms. de Peñade la Muela.Parece, por tanto, que no es posible asignar una transición lineal desde los núcleos en llanura, no fortificados, a los sistemas amurallados, existiendo probablemente tentativas más tempranas de estos últimos, cuya mayor antigüedad no podemos precisar, por el momento, en el espacio. A este respecto, los indicios con los que contamos parecen indicar que se produce una ocupación progresiva y selectiva en determinados valles. Así en el término de Villatobas, el poblamiento de la Edad del Hierro se desarrolla desde la cabecera del Arroyo del Valle, en donde se sitúa el yacimiento en llanura de Villatobas y la necrópolis del Cerro Colorado. Posteriormente surgen pequeños asentamientos en llano aguas abajo del arroyo: La Vega y Barranco del Taray. Finalmente aparece Plaza de Moros. En el término de Santa Cruz de la Zarza, unos kms. más al Norte, ya en la Fosa del Tajo, el doblamiento se concentra de nuevo en la cabecera de un arroyo con el yacimiento de llanura de Fuente de la Calzada . Posteriormente aparecen pequeños hábitats, también en llano y, probablemente,relacionados o dependientes de este primero, como son Los Villarejos o Cerro Moro, aguas abajo. Finalmente aparece el recinto amurallado de la Peña de la Muela (Urbina 2000:72), aún más abajo en el cauce del mismo arroyo.Al cabo, los asentamientos encastillados se convierten en el tipo de hábitat característico. No conocemos la evolución que desde entonces corrieron los yacimientos en llano, del mismo modo que tampoco podemos precisar con certeza el momento en el que los recintos amurallados pueden considerarse predominantes. A modo de hipótesis, y por analogía con lo que parece ocurrir en otras zonas de la Península (Ruiz y Molinos 1993), situamos eseperíodo hacia mediados del siglo IV a.n.e. (Urbina 2000).El yacimiento de Plaza de Moros forma parte pues de un sistema de poblamiento perfectamente articulado y homogéneo, del que es un elemento estándar. Constituye el último eslabón de una sucesión de yacimientos sobre los escarpes de la margen derecha del arroyo Cedrón y sus afluentes, ya que más al Este y al Sur, el relieve plano de la región de La Mancha Alta no permite la existencia de este tipo de recintos, de clara topografía defensiva.En la Mesa de Ocaña se han detectado dos grupos de yacimientos amurallados claramente diferenciados.En primer lugar, los emplazados en la Fosa del Tajo, cuyas superficies oscilan entre 3,5 y 7 Has. En segundo lugar, los del Valle del Cedrón (entre los que se encuentra Plaza de Moros) con extensiones más homogéneas, entre las 0,9 y 1,4 Has. (Urbina 2000: cap. 3).

LOS SISTEMAS DEFENSIVOS EN PLAZA DE MOROS
Por su morfología topográfica y su emplazamiento, puede considerarse un ejemplo típico de poblado de la Plena Edad del Hierro (Moret 1996; Sierra 2002) muy difundido por toda la geografía Peninsular. Se asienta en un espolón asomado a la confluencia del cauce de dos arroyos, sobre los que se eleva mediante taludes de fuerte pendiente. En el istmo que da acceso al recinto, se construyeron dos fosos y una barrera o muralla, formada por dos torreones semicirculares, un modelo igualmente repetido en otros yacimientos, tanto de la comarca,como de amplias zonas de la Península. Plaza de Moros es el yacimiento de la comarca en el que el relieve se adapta mejor a las necesidades defensivas. Esto se traduce, en el paisaje, en la existencia de una península con un istmo de apenas 30 m. de ancho, que cierra completamente el acceso al recinto, de 1 Ha. de extensión. Las paredes del cerro donde se ubica tienen un desnivel de 30 m. sobre el cauce de los arroyos, y sus pendientes llegan a alcanzar los 35º.El perímetro de la península de Plaza de Moros se encontraba defendido por una pared de 1,2 m. de ancho, de la que sólo se conservan las hiladas inferiores de piedra, con bloques de gran tamaño en su base (Aunque no se ha localizado la entrada al recinto, pensamos que debió disponerse a buen seguro detrás de uno de los recodos que dibujan los lienzos de muralla lateral al unirse a los torreones, en el punto desde el que ya no sea visible desde el istmo). Los esfuerzos defensivos en el emplazamiento se centraron en el istmo, con la erección de los torreones. Su técnica constructiva, a base de dos paredes (exterior e interior) de mampostería de piedras locales (calizas y areniscas) unidas en seco, con un espacio interior de hasta 5,5 m. de ancho, relleno con materiales de todo tipo (Urbina e.p.), tiene múltiples paralelos en toda la geografía peninsular.Al pie de los torreones se dispone un primer foso, donde se ha practicado un sondeo. Su forma es trapezoidal, con mayor pendiente al pie la muralla que en su cara exterior. Tiene una profundidad máxima de 4 m. y una anchura en superficie de 7,2 m., medidas a las que hay que añadir un talud de 50º de pendiente y 1,2 m. de longitud desde la base de los torreones al comienzo del foso, de modo que la parte más alta de la barrera principal (a la que se lesupone una altura de al menos 5 m.) se encontraba a 8 m. de altura desde el borde exterior del foso. Un segundo foso se practicó a 32 m. del primero, aprovechando para ello el desnivel del terreno, de más de 2 m. en esa zona, en el punto en el que el istmo es más estrecho (De este modo un supuesto atacante se encontraría una zanja de casi 10 m., de ancho cuya superficie de la cara interior se elevaba al menos 2 mts., sobre sus pies, impidiéndole ver con claridad el sistema defensivo al que se enfrentaba). En el espacio entre ambos fosos, se han detectado también trazas de algúntipo de parapeto o pequeño foso. No existe un estudio sistemático sobre los foso de los poblados de la Edad del Hierro (González y Peña 1991; Gusi et al. 1991) aunque ya es común encontrar amplias reseñas en las publicaciones más modernas. La cronología para estos sistemas adelantados de defensa está más en función de las concepciones de cada autor que de un estudio de su evolución tipológica. Así, algunos autores defienden que los sistemas de barrera y doble foso son elementos importados de Grecia (Gracia Alonso 2000) y su cronología nunca es anterior al siglo III a.C. (Díes y Gimeno 1995), con un pleno desarrollo durante los siglos II y I a.C. Esta postura se contradice implícitamente con la asignación de una cronología tan antigua como el Hierro I para variosenclaves del valle Bajo del Ebro, de claras raíces autóctonas (Moret 1996: 125ss.). En yacimientos de otras regiones, se ha constatado la existencia de dobles fosos, atribuibles a los s. V-IV a.C., como por ejemplo en Turó de Montgròs, Osona, Barcelona (Molist y Rovira 1993).Sin negar las funciones tácticas de los fosos, no hay que olvidar tampoco el gran servicio que alahorro de esfuerzo suponen a la hora de la construcción de las murallas, para las que son una excelente cantera (Moret 1996; Urbina 2000), extremo constatado a través de los análisis de rocas en yacimientos como el de Barchín del Hoyo, Cuenca (Sierra 2002), entre otros.
URBANISMO
El yacimiento sufrió los efectos devastadores de un incendio que se ha constatado con mayor o menor virulencia en todas las áreas excavadas hasta el momento. El efecto del fuego ha permitido que parte de las frágiles paredes de adobe se hayan conservado extraordinariamente bien, y gracias a ello se han podido documentar detalles urbanísticos y constructivos de gran interés. Existen dos momentos de ocupación claramente diferenciados en la estratigrafía de las zonas excavadas, si bien debieron ser bastante próximos en el tiempo, pues no hemos detectado, hasta la fecha, diferencias apreciables en la cultura material de ambas fases.En los primeros años de excavación en Plaza de Moros (Las excavaciones de Plaza de Moros se realizan en el marco de cursos de verano de iniciación a la arqueología de campo y profesional denominados "Escuela de Arqueología Plaza de Moros". Esta es una de las estrategias del Proyecto Arqueológico Plaza de Moros, proyecto de desarrollo local iniciado con la financiación de las Iniciativas Europeas Leader, a través de la Asociación Don Quijote de la Mancha, junto con el Ayuntamiento de Villatobas, que pretende la recreación del poblado como destino de turismo cultural y el desarrollo de acciones educativas con los escolares de la zona, las intervenciones se centraron al interior de la muralla principal o cara interna de los torreones.Allí fueron descubiertas una serie de estancias rectangulares muy bien conservadas, dispuestas longitudinalmente al sentido de la muralla (Urquijo y Urbina 2001). En la parte central hay una habitación de 7,2 × 2,8 m. con dos vanos o puertas. La interior da acceso a sendos tramos de escaleras adosados a la cara interna de a muralla; éstos nacen de un escalón común, permitiendo acceder al interior de los dos torreones semicirculares, que forman el grueso de la barrera. Sobre el suelo original se documenta la acumulación de capas de nivelación de 40 cm. de potencia hasta un nivel superior, más moderno, que rellenó el escalón común y cubrió dos peldaños de cada tramo de escaleras, habilitando un vano de 2 m. de ancho para el acceso a las mismas.Otra puerta de igual ancho da paso desde esta habitación al interior del poblado.A este momento pertenecen las paredes de adobe mejor conservadas del yacimiento, debido al incendió que fue la causa de la ruina de las estructuras y, al parecer, del abandono del lugar. Aunque desconocemos por el momento el grado de alteración de las estructuras más antiguas, el sistema urbanístico general no parece verse modificado en esencia, las estancias rectangulares continúan articulándose con la barrera, manteniéndose la misma forma de acceso a los torreones.La fragilidad de la gran cantidad de adobes descubiertos y la carencia de una metodología y presupuesto adecuados para su conservación nos decidió a suspender los trabajos en esta área hasta contar con medios más idóneos. Comenzaron entonces los trabajos en el Area II, junto a la muralla lateral, al Oeste del poblado. En ella, y a lo largo de varias campañas de excavación, se han descubierto diversas estancias con características técnicas similares a las de la mayoría de los poblados de estos momentos en el área Ibérica, a base de zócalos de piedras locales sin desbastar y alzados de adobe. El estudio del urbanismo del Área II es más complejo, poniéndose aquí también de manifiesto los dos momentos de ocupación comentados. El plan original se basa en una serie de estancias rectangulares similares a las del Area I, dispuestas en sentido longitudinal o transversal a la muralla. Entre estas estancias y la muralla, se disponen unos espacios cuadrados de 2 × 2m., separados por tabiques de adobe. La base de estas áreas está rellena de adobes hasta una altura difícil de precisar, debido a la erosión que afecta actualmente a la ladera, pero que en todo caso supera los 40 cm. de altura (Estas estructuras podrían interpretarse como elementos de refuerzo de la propia muralla, que además pudieron servir a modo de altillo para las casas del interior, de forma similar, por ejemplo, a como se ha observado en el poblado de Los Molinicos, en Murcia -Lillo 1993:59-).Las paredes que dividen las estancias rectangulares, de mayor entidad que los tabiques, con bases de piedra, se imbrican en la muralla y cortan su ancho. La muralla lateral, de hecho, está construida por paños seccionados por estas paredes. Este tipo de construcción aporta una mayor solidez a la obra, al evitar que las tensiones o defectos afecten a un lienzo de gran longitud. Pero sus implicaciones van más allá de la mera habilidad constructiva; pensamos que el estudio de esta concepción es de interés para al análisis de las dinámicas que llevaron a los pobladores del valle medio del Tajo de unos hábitats abiertos, en llano, a los encastillamientos de muelas y espolones.Habría que interpretar que estos recintos amurallados se planean y conciben desde los asentamientos en llano, como un todo orgánico en respuesta a unas necesidades que se nos escapan por el momento.Efectivamente, en la Mesa de Ocaña la mayoría de los recintos amurallado son ocupados ex novo (Urbina 1997 y 2000), lo que implica que no sólo la elección del emplazamiento –conjugando las variables del relieve con los intereses defensivos fue especialmente intencionada, sino que el diseño urbanístico general de estos espacios fue también preconcebido. Más aún, es concebido mientras se habita en otro lugar. No se trata de un sencillo esquema con la construcción de una muralla perimetral a la que se van adosando las casas que la utilizan como pared trasera, el cerramiento de un espacio que se rellena con módulos habitacionales más o menos estandarizados, ejemplos típicos de los primeros momentos de la Edad del Hierro en los poblados de calle central del Bajo Ebro o lugares más cercanos como El Ceremeño, en Guadalajara (Cerdeño y Juez 2002). El ejemplo de Plaza de Moros señala que aquí la arquitectura presenta un diseño mucho más complejo, con la elaboración de un plan urbanístico que engloba, al menos, las estancias contiguas a la muralla perimetral (lo que representa un 40% del espacio del poblado) y las propias construcciones defensivas. La muralla se construyó por tramos probablemente al mismo tiempo que las estancias que se adosan a ella, e intercalan sus muros, pero no se puede considerar a ésta una parte de las paredes de las casas, pues su grosor de 1,2 m. y el tamaño de sus piedras es significativamente mayor al de las paredes más gruesas de cualquier estancia. Esta peculiaridad plantea numerosos interrogantes a la hora de interpretar el proceso constructivo, ya que es necesario que la muralla se vaya construyendo por tramos al mismo tiempo que se levantan las distintas estancias. Pero estas estancias quedan diferenciadas claramente, ya que entre un y otra no existen paredes medianeras, sino que se construyen dos muros adosados con una pequeña separación entre ellos, algo que no sucede en el Area I. Nos enfrentamos a la disyuntiva de plantear las obras de construcción del poblado como un trabajo común que, sin embargo, implicaba la construcción de espacios muy diferenciados, o por el contrario, quizá, interpretar estos espacios como propios de células sociales cercanas a la familia nuclear. En este supuesto cada célula o familia podría construir su propia estancia y el tramo de muralla que con ella se intercala, o bien la construcción de la muralla repartirse entre todos los habitantesdel poblado. Al igual que en el Area I, pero aquí con más nitidez, se observa una posterior subdivisión de los espacios rectangulares, a la vez que se añaden otros nuevos a modo de vestíbulos. Tal compartimentación se produjo respetando los antiguos módulos, por lo que la disposición urbanística general apenas varía, aunque se hace más compleja.Poco es lo que se conoce del urbanismo de los poblados de la Edad del Hierro en el Centro de la Península, apenas fragmentos de estancias inconexos (Blasco y Alonso 1985; Gómez 1986;Penedo 2001; Sierra 2002; Valiente 1994) (Este panorama se verá enriquecido con la publicación completa del barrio excavado en el poblado de La Gavia, Vallecas, Madrid -Morín et al e.p.-). Segúnlos datos disponibles, la norma parece ser la irregularidad, con predominio de estancias cuadradas y poco cuidado en el trazado de ángulos rectos, tendiendo a la planta compleja donde no es inusual la existencia de muros adosados en lugar de paredes medianeras, como sucede, por ejemplo, en el Cerro de los Encaños, Cuenca, (Gómez 1986) o en el Cerrón de Illescas, Toledo (Valiente 1994). Pero en general desconocemos la funcionalidad de la mayoría de las áreas, así como la articulación entre las mismas. En Plaza de Moros constatamos la existencia de dos áreas de funcionalidad diferenciada. En el Area I, al menos la estancia central ya comentada debe relacionarse con la vigilancia y defensa de los torreones que cierran el acceso al poblado. El Area II presenta ciertos rasgos que permiten identificarla con espacios de carácter artesanal o ámbitos no específicos de vivienda. Uno de ellos es la ausencia de huesos entre los restos exhumados (Los escasos restos de huesos recuperados en el yacimiento provienen en su totalidad del Area I. El estudio de los mismos ha sido realizado por Eva Orri y Jordi Nadal de Arqueocat/Serp. En total se han estudiado 108 fragmentos con estos resultados globales: de un 72,22% de ovicápridos, un 13,88% de bos taurus, un 8,33% de sus domesticus y un 5,55% de oryritolagus cuniculus), a la que hay que añadir la falta de hogares. Otro es la existencia de unas cubetas de forma cónica practicadas bajo los suelos de cada habitación (H1, H2, H3 y H9) y r. ecubiertas con yeso, y habría que añadir aún la gran profusión de grandes recipientes documentados en este área (En este sentido se ha iniciado una línea de análisis de los fondos de los grandes recipientes encontrados en el área II, en colaboración con los laboratorios de Arqueosat,s.l.). En ambas áreas se constata la posterior adecuación de los espacios a la vida doméstica, con la construcción de un hogar en la habitación de acceso a las escaleras de los torreones en el Area I, y la amortización de las cubetas y erección de algún hogar, en el Area II.CRONOLOGÍAUno de los aspectos de mayor interés de las excavaciones en Plaza de Moros, era obtener una cronología absoluta que se pudiera extrapolar a los recintos amurallados de la Mesa de Ocaña y el valle del Tajo. Así mismo, la obtención de unas fechas absolutas sería de gran valor para establecer los primeros paralelos sobre los que construir la secuencia material de la zona. Es por ello que, aprovechando la abundancia de madera carbonizada en el yacimiento, se realizaron dos análisis de C14. Lamentablemente, los resultados de dichos análisispresentan problemas para su adecuada interpretación, y por tanto hemos de basarnos en la cultura material para intentar acercarnos a la cronologíadel sitio.Como es frecuente en un lugar relativamente aislado, los objetos exhumados pertenecen en sumayoría a una cultura material de carácter eminentemente local. Pocos esfuerzos se han realizado para caracterizar este tipo de producciones, aunquehace ya tiempo que E. Cuadrado apuntó una serie de datos en ese sentido (Cuadrado 1976-78).

CERAMICA



Con respecto a la cerámica, la mayor parte de la producción recuperada se fabricó a torno, aunque es necesaria una explicación al respecto. Si en momentos anteriores los porcentajes entre cerámica a mano y a torno pueden ser cronológicamente significativos, desde un momento que sería necesario precisar con exactitud y puede situarse para esta zona, grosso modo, desde finales del siglo V a comienzos del IV a. C., las vasijas a mano se corresponden exclusivamente con elementos de cocina, barros refractarios resistentes al fuego y cuyas proporcionespermanecerán estables a lo largo de toda la Edad del Hierro.Entre las producciones a torno destacan los grandes recipientes, especialmente las tinajas. Estaspresentan bien cuerpos alargados, similares a las más antiguas ánforas fenicias, bien a modo de grandes krateriscos con ancha panza y base estrecha. Pueden contener hasta 100 l. en ambos tipos. Las bases de todas ellas son rehundidas o en omphalos y los bordes de pico de ánade, los hombros curvos y a veces con moldura en el cuello. Prácticamente la totalidad de las recuperadas están decoradas con pintura jaspeada sin engobe, o con un engobe anaranjadoo rojizo bajo los tonos marrones oscuros e incluso negruzcos de la pintura a brocha. “Jaspeadas”es la denominación que aplicó E. Cuadrado (1976-78:327) a unas decoraciones característicasde las cerámicas de la IIª Edad del Hierro en el Centro peninsular, que se concentran especialmente en el valle medio del Tajo, sobre todo en la mitad Sur de la provincia de Madrid, mitad Este de Toledo y tercio Oeste de Cuenca. Se ha intentado identificar el área de dispersión de estas decoraciones con la de los carpetanos que aparecen en las fuentes clásicas (Valiente y Balmaseda 1983).La decoración en sí es un engobe o pintura que oscila desde los tonos marrones claro a los marrones oscuro y negruzcos, cuya característica es que está aplicado con una especia de brocha o pincel basto que deja translucir los brochazos, de modo que partes de la vasija quedan cubiertas por el engobe o pintura y otras no, adquiriendo así el aspecto“jaspeado” que la ha dado el nombre. A veces parece querer imitar las bandas de las decoraciones típicamente ibéricas, alternando el engobe marrón claro con franjas más oscuras. Se aplica en general a todo tipo de vasijas y es con mucho la decoración predominante entre las producciones a torno en las regiones reseñadas. Con respecto a la función de las tinajas, además de la obvia como contenedores de grano, habría que añadir la de contenedores de líquidos. Se daría así explicación a la presencia delas citadas cubetas practicadas en los suelos de las habitaciones del Area II y a la carencia de pintura y engobe en laspartes más bajas de estas tinajas, que se encajaríanen estas cubetas para dar una mayor estabilidad alrecipiente (Una cubeta construida con yeso o excavada en el suelo es una solución muy común en la cultura popular de amplias regiones peninsulares, para guardar tinajas destinadas al agua de consumo, en la habitación principal de la casa, ya que estas cubetas otorgan mayor estabilidad al recipiente).Llamamos urnas o tinajillas (Mata y Bonet 1992) a unos tipos similares, aunque de menor tamaño,casi exclusivamente de perfiles bitroncocónicos y con las mismas decoraciones, si bien en estos tipos se dan algunas decoraciones a base de líneas, bandas, melenas o semicírculos, en rojo sobre ejemplares de pastas más rojizas y alisados al exterior, que podríamos quizá considerar foráneos (La proporción de estas vasijas pintadas con decoraciones geométricas sobre el total de la producción a torno, es de un 8%). Su aspecto apenas difiere de las producciones ibéricas, a no ser porque los tonos con los que se realiza la decoración son algo más apagados que en La Mancha y Levante, como ya advierte Cuadrado (1976-78:327).Finalmente, entre las formas de grandes dimensiones destacan los llamados toneles o toneletesibéricos (Lillo 1979), vasijas cilíndricas con bocas laterales de las que se han documentado hasta una decena, decorados a base de jaspeados sin engobe. En los ejemplares mejor conservados no se documentan las típicas asas, pero siempre las ondulaciones laterales, semi-pulidas por rozamiento, producido probablemente por cuerdas o sogas (Aparte de la deducción lógica para estas formas como contenedores de líquidos, no habría que descartar también la utilidad de objetos muy similares para la fabricación de leche cortada por medio de vaivén, sujetos sobre dos cuerdas que penden del techo o una viga, de los que se conocen numerosos ejemplos etnológicos). Otra de las formas más características del yacimiento son los caliciformes o cuencos. Documentamos ejemplares de cuello acampanado y hombros bien marcados e incluso carenados, bien con decoración de líneas en tonos rojos, en la parte superior, sobre engobes rojizos o anaranjados cubriendo las 2/3 partes superiores de la pieza, bien grises o negros alisados, imitando las texturas del metal. Este tipo de producciones presenta diversos tamaños, los mayores suelen estar pintados con base en omphalos y los más pequeños, grises, pueden presentar bases rehundidas o con pie anillado. Los cuencos o escudillas están alisados, probablemente con espátula, presentando una superficie rosácea brillante y lisa. Tienen pies anillados y su morfología varía desde las formas de tazón a las de verdaderos platos.Entre los recipientes de menor tamaño están las cerámicas de barniz rojo púnico. Se han recuperado botellitas de cuello truncado de diversos tamaños (formas “d” de Cuadrado), pequeños cuencos y/o escudillas (formas c) y pequeñas ollitas globulares.El total, apenas alcanza un 2% de la producción cerámica del yacimiento (medida en n.º de vasijas).Las producciones de barniz rojo púnico, aunque siempre halladas en escasas proporciones, aparecen en casi todos los yacimientos de la Edad del Hierro en la Cuenca Media del Tajo. Éstas son especialmente abundantes en torno al Guadiana medio: Alarcos, Oreto (Fernández 1987). Se acepta para estas producciones una cronología del siglo IV al II a.C. con una tendencia a situar el momento de mayor profusión en el siglo III a.C. (Cuadrado 1991; Fernández 1987).

METALES


En lo que respecta a materiales metálicos, hasta la campaña de 2003, se han localizado, en bronce, un total de 8 fíbulas (7 en el Área II), 5 de ellas anulares y 3 de La Tène, a las que hay que añadir un lote de 4 más, actualmente en paradero desconocido (una anular, otra de pie vuelto y dos de caballito).De las fíbulas anulares, dos proceden de superficie y están incompletas, siendo difícil su precisión tipológica; otra es de timbal y otras dos, de navecilla normal convexa y resorte de charnela. Los ejemplares corresponderían respectivamente a los tipos II.2a y II.4b1 de González Zamora (1999) que recoge los de E. Cuadrado (García Cano et al. 2002) y Argente (1994). La cronología de estas piezas oscila entre el siglo IV y III a.C.Dos de las fíbulas en paradero desconocido son ejemplares zoomorfos o de caballito, del tipo esquematizado de placa que propone González Zamora (1999:202), con una cronología del s. III a.C. De pie vuelto tenemos 5 piezas, una en paradero desconocido, de pie vuelto libre, con remate, al parecer serpentiforme (grupo 2 de Cuadrado), con resorte muy simplificado retorcido hacia el interior, que haría referencia a tipos antiguos de La Tène, con cronologías de primera mitad del s. IV a.C.Del mismo momento, destacan otras dos fíbulas del Area II, tipo 2 de Cuadrado, o A3 de Argente, de La Tène Antigua 1C, con pie apoyado sobre el arco. La última es del tipo I.1.6.2 de González Zamora (1999:245) o 4-2a de Cuadrado, de pie vuelto libre y una pieza, con remate periforme. Se le asigna una cronología de finales del IV comienzos del III a.C.La cronología que aporta el conjunto de fíbulas parece encuadrarse claramente en el siglo IV a.C., con algunos ejemplares algo posteriores, pero que en ningún caso nos llevarían más allá de la mitad del s. III a.C. (Urquijo y Urbina 2001). Estas fechas están en consonancia con las aportadas por las producciones cerámicas de barniz rojo.También hoy en paradero desconocido, sabemos de la existencia de una placa de cinturón de tipo ibérico, con decoración de damasquinados de plata, a base de círculos concéntricos. Para este tipo de adornos, que se localizan en contextos variados, se asignan cronologías que van desde el siglo IV al II a.C. con mayor abundancia en la 2ª mitad del IV a.C. (Cerdeño 1977).Destacamos, así mismo, la aparición de dos fragmentos de braserillo de bronce, pertenecientes a dos recipientes distintos, correspondiendo respectivamente a un trozo de asa y al soporte de un asa rematado en manos muy esquemáticas (siendo el primero un hallazgo superficial en el Área I, y procediendo el segundo de la calle II, en el área II). Hay que señalar que aunque es la primera vez que estas piezas se documentan en la región, no son extrañas en lugares tan dispares como Andalucía, Levante y estribaciones del Sistema Central, con amplias cronologías(Cuadrado 1966, en García Cano et al.2002).
CONCLUSIONES
Aunque descrita sucintamente, la cultura material de Plaza de Moros es claramente propia de un horizonte encuadrable cronológicamente entre la mitad del siglo IV y el s.III a.C. Si pudiéramoshacerla extensible al resto de yacimientos amurallados de la misma tipología de la Mesa de Ocaña, significaría que las propuestas realizadas anteriormente (Urbina 2000) son en esencia correctas. La evolución del poblamiento de la II Edad del Hierro en el Valle Medio del Tajo se iniciaría con los asentamientos en llano, a donde llegan las primeras cerámicas a torno y que también son el exponente de los primeros poblados plenamente sedentarios en la zona. Se trata de asentamientos como los correspondientes a las necrópolis de Las Esperillas, en Santa Cruz de la Zarza, (García Carrillo y Encinas 1987), o la recién excavada necrópolis del Cerro Colorado, en Villatobas, en la Mesa de Ocaña, así como de otras más alejadas, como las primeras fases de Palomar de Pintado en Villafranca de los Caballeros (Pereira et al. 2001) y Las Madrigueras,en Carrascosa del Campo, Cuenca (Almagro 1969), o poblados como Hoyo de la Serna en Villarrubia de Santiago, o el yacimiento A de Arroyo Culebro, en Leganés, Madrid (Penedo 2001). Estas cerámicas a torno expresarían la plasmación de los influjos mediterráneos, llegados desde Levante y Andalucía, que incidirían drásticamente en la economía indígena, ampliando su base de producción e introduciendo probablemente nuevos cultivos y técnicas, que ampliarán en general la capacidad de generación y transformación de productos de estas sociedades (Fernández Nieto 1999). Posteriormente, y de forma paulatina, se van ocupando las márgenes de los respectivos valles, creando nuevos asentamientos más reducidos, aún sin preocupaciones defensivas. Estos pequeños poblados, de marcado carácter agrícola, se documentan por ejemplo en emplazamientos como los de El Gredero, Arroyo del Taray o La Vega, en torno al arroyo cuya cabecera domina al poblado de Villatobas, o Las Castellanas y Cerro Moro, en tornoal arroyo cuya cabecera ocupa Fuente de la Calzada, otro yacimiento en llanura en Santa Cruz de la Zarza (Urbina 2000: 74), y serían a su vez la expresión del incremento general de la producción o de los aprovechamientos del medio. El siguiente paso en la evolución del doblamiento está reflejado en la emergencia de los recintos amurallados. Éstos, si bien suponen un cambio drástico respecto a lo anterior (llegando probablemente muchos de ellos a sustituir a los primitivos núcleos centrales) son, en un principio, un reflejo de la evolución de los poblados del llano, aunque en una nueva dirección.Los datos del urbanismo de Plaza de Moros analizados anteriormente, apuntan en la línea interpretativa que uno de nosotros indicó hace años (Urbina 2000:230ss), en el sentido de que estos recintos amurallados se proyectarían desde los núcleos de la llanura, en principio como estructuras de almacenaje y de disuasión en donde guardar los excedentes: cereales, ganado, y ubicar las pequeñas industrias de transformación cada vez más complejas y abundantes.El recinto amurallado sería así concebido como un espacio artesal-industrial y/o de refugio, que deriva, quizá al tiempo que se generaliza el modelo, en un espacio habitado, en un poblado propiamente dicho. Esta transformación es gradual y no muy larga en el tiempo, a juzgar por la secuencia estratigráfica de Plaza de Moros (13). Este tipo de yacimientos parecen ser exclusivos un poco más tarde, cuando desde finales del siglo III tengamos noticias escritas con la llegada de púnicos y romanos a la zona. Entonces las fuentes reflejan un clima de inseguridad endémica o al menos cíclica, en la que los recintos fortificados están plenamente justificados.
BIBLIOGRAFÍA
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NOTA: Podeis encontrar más información sobre el yacimiento arqueológico Plaza de Moros en el siguiente enlace: http://plazademoros.eresmas.net/, si alguien quiere aportar datos sobre arqueologia en Villatobas lo podeis hacer enviando un correo electrónico a guijarrito.guijarrito@gmail.com, también sería bueno poner en marcha una asociación cultural en defensa del patrimonio de Villatobas en todos los aspectos, si estais interesados no tengo inconveniente en hacer de nexo de unión entre interesados, muchas gracias.


2 comentarios:

  1. Un consejo: decir de una pieza arqueológica "en paradero desconocido" y describirla a la vez con todo lujo de detalles, resulta de lo más sospechoso.

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    1. Es muy común, casi deporte nacional, que muchas piezas desaparezcan una vez han sido descritas y fotografiadas. Con los miliarios y demás epígrafes suelen ocurrir muy a menudo.

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