Voy con las dos mulas y el borrico a por un viaje de piedra de yeso a Portillo, el viaje es largo pero madrugo para que los animales no les pille la "solanera" del mediodía, una vez cargada la galera hay que buscarse las mañas, poner al borrico entero delante de las mulas es la única manera de que suban la cuesta grande, luego ya en el llano... ya es otra cosa, ya van más alegres y lozanas, y cuando ven el pueblo se aceleran deseosas de llegar, deseosas de descansar a la sombra y beber agua.
Llegando al pueblo veo la tejera, y al lado la carretera cada vez más llena de coches, camiones, algún tractor y maquinaria (o como yo los llamo, "bichos") de todas las clases, colores y tamaños, !esto ya no es para mí!, ya soy un estorbo y un peligro con esta "retaila" de animales y la galera que llevo. Ya se ve la Iglesia, el horno , el surtidor y la yesería del tío Fermín. A casa llegamos a descargar el mineral, con el alivio que supone para los animales y para el mulero. Dos muchachitas vienen a hacer un recado a su padre:
¿nos da "usté" media fanega de yeso?
!trae la espuertita guapa!, ya está... una peseta.
Hace nada que estaba a un real, no he tenido más remedio que subirlo, pues todo ha subido una barbaridad, la pólvora de en "cá el mutilao" casi al doble, el pan, la poca carne o el poco bacalao que echamos a las patatas... en fin !un desastre!.
Dentro de poco va a venir mi hijo a echarme una mano , ha dado un buen estirón y la gente le trata como a un hombre, para que sepa lo que es trabajar y eche una mano en la casa, que ya tiene trece años, y no es para que esté jugando con los muchachos en la plaza todo el santo día... que si el "rescatao", que si "chicha", que si "carne", en fin , que le dan a la barandilla de la plaza un sobo del "copón". Así que ya sabe, de aquí a "ná" va a ir a por un viaje de piedra el solito. Seguro que el verá nuevos adelantos, tractores grandes, remolques y camiones, maquinaria nueva... sin duda la vida le tratará mejor de lo que nos ha tratado a mi generación, destrozada por la guerra y el hambre.
Llegando al pueblo veo la tejera, y al lado la carretera cada vez más llena de coches, camiones, algún tractor y maquinaria (o como yo los llamo, "bichos") de todas las clases, colores y tamaños, !esto ya no es para mí!, ya soy un estorbo y un peligro con esta "retaila" de animales y la galera que llevo. Ya se ve la Iglesia, el horno , el surtidor y la yesería del tío Fermín. A casa llegamos a descargar el mineral, con el alivio que supone para los animales y para el mulero. Dos muchachitas vienen a hacer un recado a su padre:
¿nos da "usté" media fanega de yeso?
!trae la espuertita guapa!, ya está... una peseta.
Hace nada que estaba a un real, no he tenido más remedio que subirlo, pues todo ha subido una barbaridad, la pólvora de en "cá el mutilao" casi al doble, el pan, la poca carne o el poco bacalao que echamos a las patatas... en fin !un desastre!.
Dentro de poco va a venir mi hijo a echarme una mano , ha dado un buen estirón y la gente le trata como a un hombre, para que sepa lo que es trabajar y eche una mano en la casa, que ya tiene trece años, y no es para que esté jugando con los muchachos en la plaza todo el santo día... que si el "rescatao", que si "chicha", que si "carne", en fin , que le dan a la barandilla de la plaza un sobo del "copón". Así que ya sabe, de aquí a "ná" va a ir a por un viaje de piedra el solito. Seguro que el verá nuevos adelantos, tractores grandes, remolques y camiones, maquinaria nueva... sin duda la vida le tratará mejor de lo que nos ha tratado a mi generación, destrozada por la guerra y el hambre.
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